LA PSICOLOGÍA COMO ENGAÑO - EDGAR BARRERO CUELLAR
LA PSICOLOGÍA COMO ENGAÑO
Introducción
El libro "La Psicología como Engaño: Dominación y
Resistencia" de Edgar Barrero Cuellar representa una de las críticas más
contundentes a la psicología tradicional desde una perspectiva latinoamericana.
Publicado en 2012, esta obra emerge como un referente fundamental para entender
las dimensiones políticas e ideológicas que subyacen en la práctica psicológica
contemporánea. En sus páginas, Barrero Cuellar, psicólogo colombiano con amplia
trayectoria en psicología social y comunitaria, desmenuza cómo la psicología ha
servido históricamente como un instrumento de dominación y control social,
particularmente en contextos latinoamericanos marcados por la desigualdad y la
violencia estructural.
La tesis central del libro plantea que la psicología
convencional, al presentarse como una disciplina científica neutral y
apolítica, enmascara su verdadera función de reproducción de las relaciones de
poder y dominación. Como señala el propio autor: "La psicología
tradicional se ha constituido en un engaño en la medida en que ha pretendido
colocarse por encima de la realidad social que le determina, mostrándose como
una ciencia neutral y objetiva" (Barrero Cuellar, 2012, p. 24). Este
"engaño" consiste precisamente en ocultar su papel ideológico bajo un
velo de objetividad científica. El autor argumenta que, lejos de ser una
ciencia aséptica, la psicología tradicional ha sido cómplice en la normalización
de condiciones sociales opresivas y en la individualización de problemas que
son esencialmente colectivos y estructurales.
Este ensayo busca analizar críticamente los principales
argumentos de Barrero Cuellar, explorando las dimensiones epistemológicas,
éticas y políticas de su propuesta decolonial para la psicología. Se examinará
cómo el autor deconstruye los mecanismos mediante los cuales la psicología
tradicional opera como dispositivo de control, así como las alternativas que
propone para una psicología liberadora, comprometida con la transformación
social y la emancipación de los pueblos latinoamericanos.
Desarrollo
La
Psicología como Dispositivo de Control Social
Uno de los pilares fundamentales del análisis de Barrero
Cuellar es la concepción de la psicología como un dispositivo de control
social. El autor argumenta que, desde sus orígenes, la psicología occidental ha
estado profundamente influenciada por paradigmas positivistas y funcionalistas
que privilegian la adaptación del individuo a las estructuras sociales
existentes, en lugar de cuestionar dichas estructuras. En este sentido, la
psicología convencional contribuye a la normalización de condiciones sociales
injustas mediante la patologización de respuestas que podrían considerarse
razonables ante contextos opresivos.
Barrero Cuellar es enfático al señalar que: ‘‘La psicología
tradicional ha fungido como dispositivo ideológico de control social al
servicio de la reproducción de las relaciones sociales de dominación,
despolitizando los problemas estructurales para trasladarlos a una esfera
individual y promoviendo la adaptación al medio circundante’’ (Barrero Cuellar,
2012, p. 67). Esta función de control social se materializa en prácticas
concretas que el autor denuncia a lo largo de su obra.
Barrero Cuellar señala que, en América Latina, esta función
de control social adquiere matices particulares debido a la historia colonial y
neocolonial de la región. La importación acrítica de teorías, métodos y
técnicas psicológicas desarrolladas en contextos europeos y norteamericanos ha
resultado en prácticas que desconocen las realidades sociohistóricas
específicas de los pueblos latinoamericanos. El autor advierte cómo conceptos
como ‘‘resiliencia’’, ‘‘inteligencia emocional’’ o ‘‘desarrollo personal’’ son
utilizados frecuentemente para responsabilizar a los individuos de su propio
bienestar, ignorando las condiciones estructurales de desigualdad y violencia
que determinan sus posibilidades de vida.
‘‘Hemos asistido a la proliferación de corrientes
psicológicas que promueven la autoayuda y el crecimiento personal como si los
problemas humanos fueran meramente individuales, desconectados de las
condiciones materiales de existencia y de las relaciones de poder que
configuran nuestra realidad social’’ (Barrero Cuellar, 2012, p. 103).
El libro destaca cómo los dispositivos psicológicos
tradicionales operan mediante tres mecanismos principales: la individualización
de problemas sociales, la despolitización del malestar psíquico y la
naturalización de relaciones de dominación. Estos mecanismos confluyen para
generar lo que Barrero Cuellar denomina una ‘‘psicología de la resignación’’,
que promueve la adaptación a contextos adversos en lugar de su transformación.
La Colonialidad del
Saber Psicológico
Un aspecto crucial del análisis de Barrero Cuellar es su
crítica a la colonialidad del saber psicológico. Nutriéndose de perspectivas
decoloniales desarrolladas por autores como Aníbal Quijano, Walter Mignolo y
Enrique Dussel, el autor evidencia cómo la psicología convencional reproduce patrones
de pensamiento eurocéntricos que privilegian determinadas formas de
conocimiento mientras invisibilizan o deslegitiman saberes locales y
ancestrales.
‘‘La colonialidad del saber psicológico se manifiesta en la
imposición de marcos teóricos y metodológicos eurocéntricos que desconocen los
saberes y prácticas locales, contribuyendo así a la reproducción de relaciones
de dependencia intelectual y cultural’’ (Barrero Cuellar, 2012, p. 78). Esta
observación apunta a cómo la construcción del conocimiento psicológico ha
estado atravesada por relaciones de poder geopolítico.
La colonialidad del saber psicológico se manifiesta, según el
autor, en múltiples dimensiones. En primer lugar, en la predominancia de
teorías y modelos explicativos originados en el Norte global, que son
presentados como universales y aplicables a cualquier contexto cultural. En
segundo lugar, en la imposición de metodologías de investigación que desconocen
formas alternativas de producción de conocimiento, privilegiando aproximaciones
cuantitativas y experimentales por sobre abordajes narrativos, dialógicos o
participativos. Finalmente, en la adopción acrítica de criterios de normalidad
y patología desarrollados en contextos socioculturales específicos que, al ser
aplicados en América Latina, contribuyen a la patologización de la diferencia
cultural.
Barrero Cuellar sostiene que esta colonialidad epistemológica
tiene consecuencias prácticas concretas en la formación de psicólogos y
psicólogas latinoamericanos, quienes son educados para reproducir conocimientos
y prácticas descontextualizadas que contribuyen al mantenimiento del status
quo. ‘‘La universidad latinoamericana, en particular las facultades de
psicología, se han convertido en espacios de reproducción acrítica de saberes
coloniales que mantienen relaciones de dependencia intelectual y refuerzan la
idea de que el conocimiento válido es aquel producido en los centros
hegemónicos de poder’’ (Barrero Cuellar, 2012, p. 126).
La Psicología en
Contextos de Violencia Política
Uno de los aportes más significativos de ‘‘La Psicología como
Engaño’’ es su análisis del papel de la psicología en contextos de violencia
política, particularmente en el caso colombiano. Barrero Cuellar, quien ha
trabajado extensamente con víctimas del conflicto armado colombiano, cuestiona
cómo las intervenciones psicológicas tradicionales suelen despolitizar el
sufrimiento de las víctimas, reduciéndolo a categorías diagnósticas como el
trastorno de estrés postraumático, que individualizan experiencias de violencia
que son esencialmente colectivas y políticas.
‘‘Al reducir el sufrimiento producido por la violencia
política a categorías diagnósticas individuales, la psicología tradicional
contribuye a invisibilizar las causas estructurales de dicha violencia y diluye
las responsabilidades institucionales y estatales’’ (Barrero Cuellar, 2012, p.
153). Esta crítica evidencia cómo ciertos usos de la psicología pueden
despolitizar el sufrimiento humano.
El autor denuncia cómo las intervenciones psicosociales en
contextos de violencia política frecuentemente operan bajo lógicas
asistencialistas que, aunque bien intencionadas, pueden contribuir a la
revictimización y al debilitamiento del tejido social comunitario. Al
privilegiar perspectivas centradas en el trauma individual, estas intervenciones
suelen omitir el análisis de las causas estructurales de la violencia y las
responsabilidades institucionales y estatales en su producción y mantenimiento.
‘‘Las intervenciones psicosociales con víctimas de la
violencia política suelen fracasar cuando desconocen el carácter político del
daño y pretenden abordarlo exclusivamente desde una perspectiva clínica e
individualizante. El daño producido por la violencia sociopolítica es un daño a
la dignidad colectiva que requiere procesos de reparación igualmente colectivos
y con sentido político’’ (Barrero Cuellar, 2012, p. 167).
Barrero Cuellar propone, en contraposición, una psicología
comprometida con la memoria histórica y la justicia social, capaz de acompañar
procesos de resistencia y reconstrucción del tejido social. Esta psicología
debe reconocer el carácter político del sufrimiento y contribuir a la
visibilización de las violencias estructurales que afectan a las comunidades.
El autor enfatiza la importancia de comprender que, en contextos de violencia
sociopolítica, las respuestas emocionales de miedo, rabia o desesperanza no
constituyen patologías individuales sino reacciones normales ante situaciones
anormales de injusticia y opresión.
Hacia una Psicología
de la Liberación
Frente a la psicología como engaño, Barrero Cuellar propone
la construcción de una psicología de la liberación, retomando y actualizando
los planteamientos de Ignacio Martín-Baró. Esta propuesta no se limita a una
crítica negativa de la psicología tradicional, sino que avanza hacia la
construcción de alternativas teóricas y metodológicas comprometidas con la
transformación social y la emancipación de los pueblos latinoamericanos.
‘‘Una psicología que aspire a contribuir a la liberación de
nuestros pueblos no puede conformarse con denunciar las injusticias; debe
construir alternativas concretas que permitan la desalienación de la conciencia
y la transformación de las condiciones materiales que generan sufrimiento’’
(Barrero Cuellar, 2012, p. 201). Esta cita refleja el compromiso práctico que
el autor demanda de la disciplina.
La psicología de la liberación, tal como la concibe Barrero
Cuellar, se caracteriza por su compromiso ético-político con las mayorías
oprimidas, su orientación hacia la transformación de estructuras sociales
injustas, y su fundamentación en epistemologías críticas y decoloniales. Esta
psicología busca contribuir a la desalienación de la conciencia social y a la
construcción de subjetividades críticas capaces de cuestionar el orden
establecido y participar activamente en procesos de cambio social.
El autor propone diversas estrategias para avanzar hacia esta
psicología liberadora: ‘‘La construcción de una psicología de la liberación
implica, al menos, tres procesos fundamentales: la revisión crítica de los
fundamentos epistemológicos de la disciplina; la recuperación y diálogo con
saberes populares y ancestrales; y el desarrollo de metodologías participativas
que reconozcan el protagonismo de las comunidades en la producción de
conocimiento’’ (Barrero Cuellar, 2012, p. 213).
Barrero Cuellar enfatiza que esta psicología de la liberación
no puede construirse desde la academia aislada, sino que requiere un diálogo
permanente con movimientos sociales y comunidades en resistencia. La praxis
psicológica liberadora implica necesariamente un compromiso con las luchas
concretas por la dignidad y los derechos de los pueblos latinoamericanos,
especialmente aquellos históricamente marginalizados como las comunidades indígenas,
afrodescendientes y campesinas.
La Dimensión Ética y
Política de la Práctica Psicológica
Un aspecto central en el análisis de Barrero Cuellar es la
dimensión ética y política de la práctica psicológica. El autor cuestiona la
pretendida neutralidad valorativa de la psicología tradicional, argumentando
que toda práctica psicológica implica, explícita o implícitamente,
posicionamientos políticos y éticos respecto a la sociedad y el ser humano.
‘‘La supuesta neutralidad valorativa de la psicología
constituye uno de los engaños más perniciosos, pues toda práctica psicológica
implica un posicionamiento ético y político, sea este consciente o no. No
existe una psicología apolítica; lo que existe son psicologías que reconocen su
dimensión política y psicologías que la niegan, contribuyendo así a reproducir
el orden establecido’’ (Barrero Cuellar, 2012, p. 237). Con esta contundente
afirmación, el autor desmonta la pretensión de neutralidad que ha caracterizado
a gran parte de la psicología tradicional.
Desde esta perspectiva, la ética psicológica no puede
reducirse a un conjunto de normas deontológicas que regulan la relación
profesional-consultante, sino que debe ampliarse hacia una ética de la
responsabilidad social que cuestione las consecuencias de nuestras prácticas
profesionales en el mantenimiento o transformación de estructuras sociales
injustas. El psicólogo o psicóloga, argumenta Barrero Cuellar, no puede
pretender situarse en una posición de neutralidad frente a contextos de
opresión y violencia, pues esta supuesta neutralidad constituye, en realidad,
una forma de complicidad con el status quo.
‘‘La pregunta fundamental para una psicología comprometida no
es tanto qué debemos hacer según los códigos deontológicos establecidos, sino
cómo nuestras prácticas profesionales contribuyen al mantenimiento o la
transformación de las estructuras sociales que generan sufrimiento y exclusión’’
(Barrero Cuellar, 2012, p. 245).
El libro llama a los profesionales de la psicología a
reflexionar críticamente sobre su rol social y a asumir conscientemente el
carácter político de su disciplina. Esto implica reconocer que las decisiones
sobre qué investigar, qué problemas priorizar, qué métodos utilizar y qué
intervenciones implementar nunca son neutras, sino que están atravesadas por
valores, intereses y visiones particulares del mundo y la sociedad.
Barrero Cuellar insiste en que una práctica psicológica
éticamente responsable debe orientarse hacia la promoción de la justicia
social, la defensa de los derechos humanos y el fortalecimiento de la autonomía
y capacidad de acción de individuos y comunidades. ‘‘Una psicología éticamente
comprometida asume la defensa de la dignidad humana como su horizonte
fundamental y reconoce que la salud mental no puede pensarse al margen de las
condiciones materiales de existencia y las relaciones de poder que configuran
la vida social’’ (Barrero Cuellar, 2012, p. 253).
Conclusión
‘‘La Psicología como Engaño’’ de Edgar Barrero Cuellar
constituye una contribución fundamental al pensamiento psicológico crítico
latinoamericano. A través de un análisis riguroso y comprometido, el autor
desmonta las pretensiones de neutralidad y objetividad de la psicología
tradicional, evidenciando su función como dispositivo de control social y
reproducción ideológica. Al hacerlo, ofrece no solo una crítica devastadora del
status quo disciplinar, sino también vías posibles para la construcción de una
psicología liberadora, comprometida con la transformación social y la
emancipación de los pueblos latinoamericanos.
Los planteamientos de Barrero Cuellar nos invitan a
reflexionar sobre la necesidad de descolonizar la psicología, tanto en sus
fundamentos teóricos como en sus prácticas profesionales. Esta descolonización
implica cuestionar la importación acrítica de teorías y métodos desarrollados
en contextos eurocéntricos, recuperar y valorizar saberes locales y
ancestrales, y desarrollar aproximaciones que respondan a las particularidades
sociohistóricas de América Latina.
Como afirma el propio autor en las conclusiones de su obra: ‘‘Descolonizar
la psicología implica reconocer que no existe un único modo de hacer y pensar
la psicología, sino múltiples psicologías posibles, arraigadas en contextos
culturales diversos y orientadas hacia fines distintos. La psicología que
necesitamos en América Latina es aquella capaz de contribuir a la construcción
de sociedades justas, democráticas y respetuosas de la diversidad cultural y
ecológica’’ (Barrero Cuellar, 2012, p. 287).
Asimismo, el libro nos conmina a reconocer y asumir la
dimensión ético-política inherente a toda práctica psicológica. Frente a la
pretensión de neutralidad valorativa que ha caracterizado a la psicología
convencional, Barrero Cuellar propone una psicología explícitamente
comprometida con la justicia social y los derechos humanos, capaz de contribuir
a la transformación de estructuras sociales opresivas y a la construcción de
sociedades más justas y democráticas.
‘‘El compromiso fundamental de una psicología liberadora no
es con la adaptación de los individuos a un orden social injusto, sino con la
transformación de ese orden social y la construcción de condiciones que
posibiliten la vida digna para todos y todas’’ (Barrero Cuellar, 2012, p. 293).
Esta cita final sintetiza la propuesta ética y política que atraviesa toda la
obra de Barrero Cuellar.
En un contexto latinoamericano marcado por profundas
desigualdades sociales, violencias estructurales y luchas por la dignidad y los
derechos, ‘‘La Psicología como Engaño’’ emerge como una obra fundamental para
repensar el rol social de la psicología y su potencial contribución a procesos
de cambio social. El llamado de Barrero Cuellar a construir una psicología
liberadora resuena con particular urgencia en tiempos donde las crisis
sociales, políticas y ambientales demandan respuestas disciplinares que
trasciendan la adaptación individual para abordar la transformación colectiva
de condiciones de vida insostenibles.
Este libro nos interpela no solo como profesionales o
estudiantes de psicología, sino como ciudadanos comprometidos con la
construcción de sociedades más justas y democráticas. Nos recuerda que el
conocimiento psicológico nunca es neutral, y que su producción y aplicación
siempre implican posicionamientos éticos y políticos respecto al mundo que
queremos construir. En definitiva, la obra de Barrero Cuellar nos invita a
asumir el desafío de construir una psicología que, lejos de ser un engaño al
servicio de la dominación, se convierta en una herramienta para la liberación y
la dignificación de la vida humana en todas sus dimensiones.
Referencias Bibliográficas
Barrero
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