Ignacio Martín-Baró: La Psicología de la Liberación y su Vigencia en el Pensamiento Latinoamericano Contemporáneo
Ignacio
Martín-Baró: La Psicología de la Liberación y su Vigencia en el Pensamiento
Latinoamericano Contemporáneo
Introducción
En el contexto del pensamiento crítico latinoamericano, la figura de
Ignacio Martín-Baró (1942-1989) emerge como un referente fundamental para
comprender los procesos de transformación social y política en la región. Su
propuesta de una Psicología de la Liberación no solo representó un punto de
inflexión en la historia de la disciplina psicológica en América Latina, sino
que continúa siendo un marco teórico-práctico indispensable para abordar las
problemáticas sociales contemporáneas. Este ensayo argumenta que, lejos de
haber perdido relevancia, el pensamiento de Martín-Baró adquiere renovada
importancia en el actual escenario latinoamericano, caracterizado por
persistentes desigualdades estructurales, nuevas formas de violencia y
emergentes movimientos sociales que luchan por la justicia y la dignidad.
El sacerdote jesuita y psicólogo social salvadoreño, asesinado en 1989
por fuerzas militares de su país, desarrolló una concepción de la psicología
radicalmente comprometida con la transformación de las estructuras de opresión
que condicionan la vida de las mayorías populares en América Latina. Su
propuesta trascendió ampliamente el ámbito académico para convertirse en una
práctica liberadora, orientada a la concientización y la acción transformadora.
En tiempos donde el neoliberalismo y la globalización han intensificado las
contradicciones sociales en la región, revisitar críticamente su legado resulta
no solo pertinente sino necesario para quienes buscan contribuir a la
construcción de sociedades más justas e igualitarias.
La crítica
a la psicología tradicional: una denuncia aún vigente
La crítica fundamental que Martín-Baró dirigió hacia la psicología
dominante de su época mantiene una sorprendente actualidad en el contexto
contemporáneo. Su cuestionamiento apuntaba a tres aspectos esenciales que
continúan caracterizando buena parte de la producción psicológica hegemónica:
el mimetismo cientificista, el ahistoricismo y el individualismo.
El mimetismo cientificista refiere a la tendencia de adoptar
acríticamente métodos y teorías desarrollados en los centros académicos del
Norte global, bajo la pretensión de mantener una supuesta neutralidad
científica. Esta práctica continúa siendo predominante en muchas universidades
latinoamericanas, donde los planes de estudio en psicología privilegian
enfoques y autores norteamericanos y europeos por encima de las contribuciones
regionales. Como señalaba Martín-Baró: "El problema más importante que
confrontan las universidades latinoamericanas es la existencia de un difuso pero
penetrante colonialismo intelectual" (Martín-Baró, 1986, p.219). Este
colonialismo intelectual se manifiesta actualmente en la sobrevaloración de
publicaciones en revistas indexadas internacionales, en detrimento de aquellas
que abordan problemáticas locales con enfoques situados.
El ahistoricismo, segundo aspecto de su crítica, consiste en abstraer
los fenómenos psicológicos de las condiciones históricas y sociales específicas
en que se producen. Esta descontextualización continúa siendo un rasgo distintivo
de enfoques psicológicos que pretenden universalizar experiencias particulares,
ignorando las determinaciones históricas y culturales que configuran la
subjetividad. En el contexto actual, caracterizado por graves crisis sociales,
políticas y ambientales, la psicología mainstream sigue promoviendo muchas
veces una comprensión deshistorizada del sufrimiento humano, reduciendo
problemas estructurales a disfunciones individuales susceptibles de
intervención clínica.
Finalmente, el individualismo como paradigma epistemológico y
metodológico constituye quizás el aspecto más persistente de los denunciados
por Martín-Baró. La tendencia a psicologizar problemas sociales continúa siendo
hegemónica, especialmente bajo el impulso de las neurociencias y los enfoques
cognitivo-conductuales que localizan en el cerebro o en los procesos mentales
individuales la explicación de fenómenos que tienen profundas raíces
sociohistóricas. La pobreza, la violencia o la exclusión social siguen siendo
frecuentemente abordadas como resultado de déficits cognitivos, traumas
personales o falta de habilidades individuales, obscureciendo así su carácter
de productos históricos de sistemas de dominación específicos.
Esta triple crítica no solo mantiene vigencia, sino que se ve reforzada
por el actual contexto neoliberal, donde la psicología ha sido cooptada como
tecnología de gobierno de las subjetividades, promoviendo la adaptación a
condiciones sociales injustas bajo el discurso de la resiliencia, el
emprendimiento o la inteligencia emocional. Como argumenta Pavón-Cuéllar
(2017): "La psicología dominante continúa funcionando como una ideología
al servicio del statu quo, contribuyendo a invisibilizar las causas
estructurales del sufrimiento social" (p.312).
La
Psicología de la Liberación: fundamentos para una praxis transformadora
Frente a la psicología tradicional, Martín-Baró propuso una radical
reorientación de la disciplina, estableciendo como su horizonte la liberación
de los pueblos latinoamericanos. Esta propuesta se articula en torno a tres
pilares fundamentales: el compromiso con las mayorías populares, la
recuperación de la memoria histórica y la desideologización de la experiencia
cotidiana.
El primer pilar implica un posicionamiento ético-político explícito: la
psicología debe ponerse "al servicio de los procesos de liberación de los
pueblos latinoamericanos" (Martín-Baró, 1986, p.295). Este compromiso
supone no solo estudiar las problemáticas que afectan a las mayorías
empobrecidas, sino hacerlo desde su perspectiva y en función de sus intereses.
En un continente donde más del 30% de la población continúa viviendo en
condiciones de pobreza, según datos de la CEPAL (2023), este imperativo
mantiene plena vigencia. La distribución desigual del sufrimiento psicosocial
sigue patrones claramente asociados a las desigualdades estructurales, como
evidencian los mayores índices de trastornos mentales en poblaciones marginadas
(OPS, 2022).
El segundo pilar, la recuperación de la memoria histórica, constituye un
aspecto distintivo de la propuesta de Martín-Baró particularmente relevante en
contextos post-dictatoriales y de conflicto. Contra los intentos de imponer
olvidos oficiales, sostiene que "recuperar la memoria histórica es
descubrir selectivamente, mediante la memoria colectiva, elementos del pasado
que fueron eficaces para defender los intereses de las clases explotadas y que
pueden ser útiles para las luchas actuales" (Martín-Baró, 1987, p.98).
Esta dimensión de su propuesta ha sido especialmente fértil en procesos de
justicia transicional en países como Argentina, Chile, Guatemala o el propio El
Salvador, donde colectivos de psicólogos han acompañado a comunidades en la
reconstrucción de sus memorias como forma de resistencia y reparación.
El tercer pilar, la desideologización, refiere al proceso de
desenmascaramiento de los discursos que naturalizan la opresión y legitiman el
orden social existente. Para Martín-Baró, la ideología opera no solo en el
plano explícito del discurso, sino también en las prácticas cotidianas y en la
configuración misma de la subjetividad. En un escenario regional donde la
concentración mediática y el auge de discursos neoconservadores promueven
narrativas individualizantes sobre problemas estructurales, la tarea
desideologizadora adquiere particular urgencia. Como señala Dobles (2015):
"La naturalización de la desigualdad constituye uno de los mecanismos
ideológicos más eficaces para mantener el orden social, y desenmascarar este
proceso continúa siendo una tarea fundamental para una psicología crítica"
(p.156).
Aplicaciones
contemporáneas: de la teoría a la praxis transformadora
La vigencia del pensamiento de Martín-Baró se manifiesta no solo en el
plano teórico, sino en múltiples experiencias prácticas que, a lo largo del
continente, continúan desarrollando una psicología comprometida con la
transformación social. Estas experiencias abarcan diversos ámbitos y
problemáticas, mostrando la fertilidad de sus planteamientos para abordar los
desafíos contemporáneos.
En el ámbito de la salud mental comunitaria, numerosas experiencias en
barrios populares de ciudades latinoamericanas han implementado modelos de
atención basados en los principios de la Psicología de la Liberación. Estas
intervenciones se caracterizan por privilegiar abordajes colectivos sobre los
individuales, reconocer los saberes populares y promover procesos de
concientización sobre las causas estructurales del malestar psicosocial. En
Argentina, por ejemplo, los "equipos comunitarios de salud mental"
surgidos tras la crisis de 2001 han desarrollado metodologías participativas
que rompen con el modelo médico hegemónico, promoviendo la autogestión
comunitaria de los procesos de salud-enfermedad (Bang, 2019).
En contextos de violencia política y conflicto armado, los aportes de
Martín-Baró sobre el trauma psicosocial han informado intervenciones con
comunidades afectadas en países como Colombia, México o Guatemala. Estos
abordajes se distinguen de los enfoques tradicionales del estrés postraumático
por su comprensión del trauma como fenómeno socialmente producido, que requiere
respuestas colectivas y transformaciones estructurales, no solo tratamientos
individuales. Como señala Barrero (2015): "La reparación del daño
psicosocial causado por la violencia política exige no solo atención clínica,
sino transformaciones en las condiciones que hicieron posible la
victimización" (p.217).
En el trabajo con poblaciones históricamente marginadas, como pueblos
indígenas, comunidades afrodescendientes o colectivos LGBTIQ+, la perspectiva
liberadora ha permitido desarrollar abordajes que reconocen las especificidades
culturales y las opresiones interseccionales, evitando imposiciones
colonizadoras. La incorporación de cosmovisiones indígenas en los modelos de
atención en salud mental en Bolivia, México o Ecuador, constituye un ejemplo de
cómo el diálogo de saberes propuesto por Martín-Baró puede enriquecer la
práctica psicológica contemporánea (Flores, 2018).
En el ámbito educativo, las pedagogías críticas inspiradas tanto en
Freire como en Martín-Baró han dado lugar a experiencias transformadoras, donde
la educación se concibe como proceso de concientización y liberación.
Experiencias como las "escuelas populares" en Argentina, Brasil o
México desarrollan prácticas educativas que integran la dimensión psicosocial,
promoviendo la construcción colectiva de conocimiento y la formación de sujetos
críticos (Dussel, 2020).
Desafíos
contemporáneos para una Psicología de la Liberación
A pesar de su relevancia y de las múltiples experiencias que se nutren
de sus planteamientos, la implementación de una verdadera Psicología de la
Liberación enfrenta importantes desafíos en el contexto actual. Estos desafíos
no son solo prácticos, sino también conceptuales y políticos.
En primer lugar, la mercantilización de la educación superior y la
precarización de la investigación han profundizado tendencias hacia la
producción de conocimiento psicológico funcional a las demandas del mercado.
Los sistemas de evaluación académica privilegian la publicación en revistas de
alto impacto, generalmente anglosajonas y con poca apertura a enfoques
críticos, limitando la difusión de perspectivas alternativas como la propuesta
por Martín-Baró. Esta situación ha llevado a lo que algunos autores denominan
una "psicología de la adaptación", donde incluso conceptos
potencialmente críticos como "empoderamiento" o
"resiliencia" son cooptados y vaciados de su contenido transformador
(Macedo & Dimenstein, 2016).
En segundo lugar, el actual escenario político latinoamericano,
caracterizado por el avance de gobiernos neoconservadores en varios países, ha
implicado retrocesos en políticas públicas de salud mental, educación y
derechos humanos. Estos retrocesos limitan las posibilidades de desarrollo
institucional de prácticas psicológicas liberadoras, relegándolas muchas veces
a espacios de resistencia con escasos recursos. Como advierte Rivera-Holguín
(2019): "El desmantelamiento de políticas sociales bajo la lógica
neoliberal ha tenido un impacto directo en la posibilidad de desarrollar
abordajes comunitarios en salud mental" (p.187).
Un tercer desafío refiere a la hegemonía de modelos biomédicos y
neurocientíficos en la comprensión del sufrimiento psíquico. La creciente
medicalización de la vida cotidiana, impulsada por intereses farmacéuticos y
respaldada por discursos cientificistas, constituye un poderoso obstáculo para
perspectivas que enfatizan las determinaciones sociales de los problemas
psicológicos. Esta tendencia se ve reforzada por la influencia de los manuales
diagnósticos como el DSM-5, que promueven una comprensión descontextualizada y
ahistórica del sufrimiento humano (Rose, 2018).
Finalmente, las nuevas formas de control social mediadas por tecnologías
digitales representan un desafío conceptual para una Psicología de la
Liberación que debe actualizar sus herramientas analíticas. La vigilancia
algorítmica, la manipulación de la atención y las emociones a través de redes
sociales, y la construcción de subjetividades adaptadas al capitalismo digital
configuran un escenario que requiere desarrollos teóricos que Martín-Baró no
pudo prever. Como argumenta Byung-Chul Han (2014), el poder ya no opera
principalmente a través de la represión explícita, sino mediante formas más
sutiles de modulación del deseo y autogobierno, lo que demanda nuevas
estrategias de resistencia y liberación.
Conclusión:
A lo largo de este ensayo hemos argumentado que el pensamiento de
Ignacio Martín-Baró mantiene plena vigencia como marco teórico-práctico para
abordar las problemáticas psicosociales latinoamericanas contemporáneas. Su
crítica a la psicología tradicional continúa siendo pertinente frente a
tendencias disciplinares que siguen reproduciendo mimetismo cientificista,
ahistoricismo e individualismo. Su propuesta de una Psicología de la
Liberación, articulada en torno al compromiso con las mayorías populares, la recuperación
de la memoria histórica y la desideologización, ofrece principios orientadores
para desarrollar prácticas transformadoras en diversos ámbitos.
Las múltiples experiencias que, a lo largo del continente, implementan
abordajes inspirados en sus planteamientos demuestran la fertilidad de su
legado. Sin embargo, también hemos identificado importantes desafíos que
enfrenta actualmente la consolidación de una verdadera Psicología de la
Liberación, relacionados con la mercantilización del conocimiento, los
retrocesos políticos, la hegemonía biomédica y las nuevas formas de control
social digital.
Frente a estos desafíos, la renovación del pensamiento de Martín-Baró
requiere no solo preservar sus principios fundamentales, sino también
actualizarlos creativamente para responder a las condiciones específicas del
siglo XXI. Esta actualización implica, por un lado, desarrollar nuevas
herramientas conceptuales que permitan comprender formas contemporáneas de
opresión y subjetivación, y por otro, fortalecer redes de colaboración entre
académicos comprometidos, organizaciones comunitarias y movimientos sociales.
Como el propio Martín-Baró señalaba: "El horizonte primordial de la
Psicología latinoamericana debe ser la liberación de nuestros pueblos"
(1986, p.298). Este horizonte no ha perdido validez en un continente donde las
mayorías populares continúan enfrentando múltiples formas de opresión, pero
también desarrollan diversas experiencias de resistencia y construcción de
alternativas. Acompañar crítica y comprometidamente estos procesos sigue siendo
la tarea fundamental de una Psicología de la Liberación para el siglo XXI.
Referencias
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